La oración ignaciana de los pequeños es una de esas semillas que se siembran en el corazón y que participan misteriosamente en la construcción del Reino de Dios. Iniciada en 1998 por un sacerdote jesuita argentino, Leonardo Nardín sj e inicialmente destinada a los colegios jesuitas de Argentina y Uruguay, se ha ido poco a poco difundiendo fuera de este ámbito hasta practicarse con adultos en Europa.

En efecto, esta manera de orar a partir de la Palabra de Dios utilizando los recursos de la imaginación puede conmover todos los corazones, desde los más jóvenes hasta los más ancianos. Se basa en la idea de que toda vida de fe debe basarse primero en un encuentro personal y una amistad con Cristo.

 Hoy en día, observando los frutos, especialmente de consolación, se quiere proponer este tesoro a la Iglesia Universal, a los « pequeños » de todos los países del mundo, niños o adultos. Nathalie, una francesa (perdón por las faltas) se pone a disposición (con la bendición de los iniciadores) para contribuir a esta difusión, desplazándose a los lugares interesados. 

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